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Dejarte ir…al jardín

Se me parte el corazón al pensar que tengo que empezar a dejarte ir, aunque sea a algunas cuadras de mi y algunas horas por día. Es que admitir que estás creciendo y que necesitás contacto humano con tus pares es una de las cosas que más me cuesta asimilar. Fue relativamente más fácil cuando eras bebé porque cualquier necesidad que tuvieras para bien o para mal podía resolverla en casa o tener a alguien a la par como papá, algún otro familiar o una niñera que pudiera ayudarte. 

Lo cierto es que a partir de los 2 años, ya con la autonomía física que tenés y especialmente con el lenguaje que vas ganando, no encuentro excusas para no inscribirte en un jardín. No creas que no se me vienen todos los miedos encima. Una cosa es tenerte en casa con la niñera mientras yo trabajo, los escucho y sé en qué andan y otra muy diferente es tener que dejarte en un lugar donde si te pasa algo, ya sea bueno o malo, ni me voy a enterar en el momento. 

Puse las mil y un excusas: desde que todavía no dejaste los pañales, que no tenes un lenguaje 100% desarrollado, que no se si los compañeritos te pueden llegar a lastimar, que no se si te va a gustar, etc, etc., pero lo cierto es que cada vez que te llevo a la plaza o te cruzás con algún niño o niña, veo las ganas que tenés de jugar con otros nenes y entiendo que te encantaría poder pasar un tiempo a diario con ellos. Obviamente buscás en mí un refugio porque soy tu lugar de contención y seguro, pero lejos de actuar como eso me parece que te obstaculizo en tu misión de estar con pares.

Es por eso que este año me propuse, con la ayuda de papá, el anotarte en un jardín. Negociamos con el que vayas solo 3 hrs. por día, quiero que vayas a jugar y hacer amiguitos pero no se si podría estar todo el día sin vos (aún siento como si me estuvieran arrancando un pedazo al pensarte lejos mío); que vamos a averiguar en varios lugares y de varias maneras: preguntando a conocidos, fijándonos en internet referencias, yendo a los jardines para ver como tratan a los nenes, como éstos habitan los espacios, como son las aulas y espacios comunes; averiguar por la propuesta pedagógica y las maestras que lo dictan. Todo para tratar de encontrar el mejor lugar para vos donde piense que te van a tratar bien, contener y cuidar de cualquier cosa mala que pudiera llegar a pasarte. 

Mi misión es siempre acompañarte y en este momento de crecimiento, de primera salida del hogar por tantas horas sin mamá (y ni sin nadie de mi confianza), voy a tomar todos los recaudos posibles ya que voy a depositar lo más preciado que tengo en manos de gente que no deja de ser desconocida. Espero que la vida me guíe para que mamá encuentre un lugar donde te guste ir, la pases bien y puedas desarrollar tus habilidades de juego, comunicación y compañerismo con otras y otros peques. 

¿Y vos como hiciste para dejar a tu bebé en un jardín?

De cómo aprendí a sentarme

Siguiendo la línea cronológica motora de Dr. Pipino, a los 3 meses cuando aprendió a sostener la cabeza, primero lo acosté varias veces boca arriba en el gim. para bebés; luego él solito comenzó a rodar y estando boca abajo a hacer fuerza para subir la cabeza; después pudo hacer flexiones de brazo y más o menos por esa época, a los 5 meses y días arrancó a ensayar sentarse. 

Los experimentos implicaban difíciles maniobras con los brazos y contorneo de cuerpo, que le requerían mucha fuerza hasta lograr arrastrar una pierna que estaba atrás hacia adelante y luego adelantar un poco la segunda. Al principio lo intentaba una y otra vez y se tambaleaba hacia un lado y caía, como los borrachos cuando pierden el centro de equilibrio debido a su intoxicación. 

Al notar que estaba queriendo sentarse y que por ende su pequeño cuerpito y principalmente su columna ya estaban en condiciones de aguantar su peso, empecé a ayudarlo. Lo primero que hice fue asegurarme que los lugares donde se quería sentar no fueran peligrosos, por ejemplo coloqué en el piso cuadrados de goma eva y almohadones a los costados para prevenir también golpes por caídas. Algunas veces lo intenté hacer en mi cama, pero como la base es menos sólida que la del piso, le costaba más sentarse, además de que a mi me daba miedo de que con un mal movimiento terminará en el piso con el cráneo roto. 

Así fue que permití que se siguiera sentando solo y algunas veces yo también lo sentaba para ver qué hacía. El primer resultado de sus pruebas fue el trípode con las manos, utilizaba una o dos manos como bastón para apoyarse y desde allí intentaba incorporarse completamente hasta quedar sentado y erguido. Como toda respuesta motora, los ensayos sin éxito, que al principio eran la mayoría, se fueron intercalando con ensayos exitosos. Poco a poco al cabo de 15 días fue cambiando la proporción hasta que las sentadas sin apoyo y exitosa se convirtieron en el 100%. A partir de allí seguí manteniendo el piso acolchonado pero saqué los almohadones porque vi que le limitaban el movimiento para seguir explorando en vías de gatear. 

De esa época lo que más recuerdo es la alegría que le daba a mi bebé el tener autonomía para poder cambiar de posición a su gusto y con esto se redujeron bastante los llantos desesperados y necesidad de upa. Pasó de solo poder estar acostado a poder sentarse y cambiar el ángulo de rotación de su cabeza a donde quisiera, ese fue el primer paso hacia su autonomía corporal que posteriormente me permitió también descansar los brazos, ya que por ejemplo lo podía dejar sentado en la sillita para comer sin tener que atarlo y con el peligro de que se fuera para algún costado. 

En conclusión, estar atenta, motivar y acompañar al momento madurativo motor de mi niño creo que fue lo más productivo para un aprendizaje seguro y confiado a la hora de sentarse. 

Y a vos ¿Cómo te resultó la experiencia de que tu hija o hijo aprendiera a sentarse?

La Primer Patadita

La primer patadita llegó de sorpresa y de manera un tanto confusa. En mi imaginario pensaba que iba a ser una super patada que iba a dar cuenta de que mi bebé estaba allí, pero eso no fue ni de cerca lo que terminó ocurriendo, básicamente porque ni siquiera la pude distinguir automáticamente.

Estaba un día aproximadamente a las 7 de la tarde en mi sillón mirando la televisión después de un día agitado de trabajo y sentí algo raro en mi estómago. Al principio dudé de si se trataba de un espasmo muscular, al estilo de los que a una le dan cuándo comió por demás. Ya habíamos entrado en el tercer mes de embarazo y me preguntaba cuando iba a sentir la presencia del bebé más allá de los síntomas normales que dan cuenta de un embarazo: falta de menstruación, ganas de vomitar todo el tiempo y ecografías que dejaban ver a Dr. Pipino creciendo en mi interior.

Automáticamente le consulté a mi novio que pensaba y me dijo que para él era una patadita, pero yo seguía medio dubitativa al respecto. Solo cuando el “espasmo” se volvió repetitivo en el mismo lugar me di cuenta de que mi bebé estaba manifestándose. Fue un momento realmente emocionante, el sentirlo por primera vez. De a poquito los movimientos se fueron intensificando y volviendo más frecuentes. Hasta que en el último trimestre de embarazo esas pataditas se convirtieron en un partido de fútbol, que tenían como principal escenario la boca de mi estómago y se activaban principalmente de madrugada causándome una acidez y malestar de estomago terribles!. Éste hecho también me permitió ir adelantando cómo sería su personalidad: inquieta y movediza (lo cual se comprobó también tras haber salido de mi pancita 🙂 ).

En conclusión la primer patadita fue perfecta!, dado que dio indicio de manera tímida y escalonada del primero de miles de contactos que tendríamos a lo largo de la vida mi bebé y yo.

¿Y tu experiencia como fué?

Los dientes

Primero y antes que nada quiero decir respecto a los dientes que me siento engañada!. He leído el orden, la cantidad y los meses en los que supuestamente los dientes salen y en nuestro caso la realidad no se correspondío con el ideal, dado que lo único que pareció prevalecer fue el tema del orden (hasta ahora), pero no el resto de las cosas.

Como ya he redactado en la nota del primer diente, el primero que apareció fue el del medio inferior a los 5 ½ meses, sin siquiera esperarlo. Maldito diente que nos dejó en vela a toda la familia durante una noche. El segundo diente, fue el otro dientecito de la parte inferior central que salió a los 15 días del primero. El hecho de que los dientes se “adelantaran” me tomó por sorpresa, el llanto desesperado de dolor, que todavía para ese entonces no sabía distinguir yo y Dr. Pipino tampoco terminaba de definirlo, hizo que me volviera loca. Inclusive al consultarlo con la pediatra me había adelantado que “era muy temprano” para que le salieran dientes, por lo tanto decidí descartar ese posible dolor de inmediato (error de madre primeriza).

Ahora bien pasado el capítulo inicial de los 2 primeros dientes, el segundo par, que se supone que eran las 2 paletas de arriba, los estábamos esperando más o menos para los 9 1⁄2 meses, dado que según dicen aparecen más o menos 4 meses después que el primer par. Pero estos aparecieron a los 11, justo cuando ya estaba empezándome a preocupar de que no le salieran nunca más!!! (exageración también de madre primeriza). Lo loco, y acá viene la mejor parte, es que los que están al costado de la paleta se suponía que iban a tardar un tiempo en aparecer pero llegaron tan solo 15 días después de estos. O sea, que antes del año, Dr. Pipino ya tenía 6 dientes.

Los próximos en llegar fueron los de abajo, al costado de los centrales que salieron a los 13 meses y yo para esta altura ya había parado de contar, hacer cálculos matemáticos y ver el estado de la luna, para saber cuando le iban a salir los próximo dientes.

En conclusión, si ahora supiera lo que se, me aconsejaría a mi misma de:

  • no confiar en nadie más que en mi instinto para imaginar cuando pueden salir los dientes; – que las tablas sirven como estimación, pero lo más probable aplicando la ley de Murphy, es que a mi hijo le salieran cuando la naturaleza quisiera y en el orden que les plazca;
  • que los primeros dientes son los que más duelen porque tienen que abrirse camino entre la carne y el bebé es muy chiquito como para asimilarlo y yo como mamá, muy primeriza como para darme cuenta;
  • que hay que tener paciencia y acompañar sabiendo que es un dolor pasajero;
  • que duele hasta que corta la encía y luego todo vuelve a la normalidad;
  • y sobre todo, que al dolor se lo apacigua con besos, abrazo, caricias y tetita, MUCHA TETITA!

¿A vos te pasó algo similar?; ¿Cuál fue tu experiencia?

La difícil tarea de buscar niñera o no hay mujer como mamá

Como ya habrán leído en el post de “Necesito ayuda, necesito una niñera!”, tardé tan solo 10 días en darme cuenta que sola no iba a poder llevar a cabo la tarea de maternar mientras mi novio estuviera trabajando. Es por ello que la primera niñera de mi hijo fue mi sobrina de 20 años. Amé que me ayudara más que nada porque yo no podía con mi vida después del parto. Sin embargo, si bien era muy buena cuidadora, a veces me ponía hincha respecto a lo que tenía que hacer o dejar de hacer en relación al bebé y nunca terminaba de estar conforme con su desempeño, no por problema de ella sino por mi locura, porque después de todo, ella no era yo!. 

Transcurrido 9 meses mi sobrina decidió no seguir de niñera (pandemia de por medio), lo cual me dejó nuevamente a la deriva con mi bebé. Posteriormente conseguimos una señora que lo cuidó durante 6 meses, si bien al principio era super funcional su ayuda, a medida que el bebé se volvía más inquieto porque caminaba y demandaba más, notamos que la nueva niñera “no le podía seguir el tren” y eso, ayudado por una mudanza que hacía que el lugar de trabajo le quedara más lejos, provocó que la señora dejara de cuidar a Dr. Pipino. No pasó nada, de todos modos, no era yo!.

A continuación hubo un desfiladero de niñeras, entre otra señora que era de confianza de una amiga y la novia de un amigo de mi novio. Ninguna lo podía cuidar de manera permanente porque tenían otras ocupaciones, pero no me preocupó porque de todos modos: no eran yo!. Fue recién ahí que tuvimos que salir a buscar alguien que lo cuidara de manera sistemática pero ya habíamos agotado nuestra batería de conocidos y referidos. El jardín maternal seguía sin ser una opción, por un lado porque seguía vigente la pandemia pero además porque nos daba miedo mandar a nuestro hijo tan indefenso a un lugar donde si le pasaba cualquier cosa no nos lo podía llegar a manifestar. Por lo tanto no nos quedó otra opción más que salir a buscar en una aplicación de celular alguna niñera completamente desconocida que ofreciera sus servicios. Después de contactar con varias, que por cuestiones de horario no podían, dimos con una chica que comenzó un lunes lluvioso. 

Recuerdo que al principio utilice el mismo procedimientos que con todas las anteriores, me quedé jugando un rato con el nene y la niñera para cerciorarme de que generaran algún tipo de acercamiento sin que Dr. Pipino pensara que lo estaba abandonando y también para conversar y conocer un poco a la persona que iba a cuidar lo más significativo de mi vida pero que aún así resultaba una total y completa desconocida. Luego de una hora subí a trabajar pero a cada rato miraba las cámaras que había instalado previamente en mi hogar y que apuntaban a puntos estratégicos donde estaba el nene y también bajaba cada hora a verlos. El primer día se quedó 3 horas y vi que jugaban bien y se entendían. Como el nene aún no había desarrollado lenguaje me preocupaba enormemente (como con las anteriores) que le pasara algo y no me lo pudiera comunicar, por eso estaba tan atenta y encima. Desde un primer momento dejé establecidos los límites, a ella le correspondía: jugar, cambiar pañales, alimentar y hacer dormir y cualquier actividad que estuviera por fuera de eso me correspondería a mi. 

Con el correr del tiempo fuimos ganando confianza, nos conocimos más y vi como el nene interactuaba con la niñera y comenzaba a generar un vínculo de cariño y respeto, por lo que me fui quedando tranquila y espaciando más las visitas físicas; primero para darles lugar a ellos y luego porque varias veces que Dr. Pipino me veía pasar quería venir a jugar conmigo y lloraba, cosa que me partía el alma. Hoy a más de 10 meses de que la última niñera está trabajando en casa puedo decir que confío en ella inmensamente, le agradezco absolutamente todo el trabajo que hace con el nene, a quien no solo entretiene jugando sino que además educa y enseña muchas cosas. Hoy puedo decir que es mi niñera IDEAL!.

En conclusión la persona perfecta para un rol a veces tarda en aparecer pero cuando lo hace es mágico, después de todo no es yo, pero es casi mejor que yo ;).

¿Y vos tuviste o tenes experiencia con niñera/s?; contame cual…

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