¡Necesito ayuda, necesito una niñera!

La misma noche que nació Dr. Pipino me di cuenta que no iba a ser del tipo de bebé que duerme toda la noche de corrido; de hecho hasta los 4 primeros meses dormía solo 20 minutos seguidos y luego se despertaba. En estado de puerperio como estaba, con todas las hormonas alborotadas y el cuerpo literalmente roto, mi pareja hizo lo que pudo para ponerse a la par los primeros 10 días, hasta que tuvo que volver a trabajar y ahí el desbalanceo de carga de responsabilidades parental se hizo evidente. 

Ya el cuarto día después de parir, el solo hecho de pensar de que estaría todo el día sola con el bebé me hizo entrar en crisis. Si ahora con mi pareja apenas tenía tiempo para hacer la comida, bañarme, ir al baño, atender al nene, etc., ¿cómo iba a hacer para estar todo el día sola con el bebé, encargarme de él y de mí?. Y ahí fue cuando mi novio (quien vio la luz antes que yo) dijo: “HAY QUE PEDIR AYUDA”. 

Al principio lo sentí como un agravio, la sociedad y los mandatos sociales me habían adoctrinado respecto a que tenía que ser una super mujer!, lo cual significa: estar yo  impecable, tener la casa radiante, cuidar y criar al nene 9 hs. diarias sola y encima sonreir. Dios mio! que peso y que frustración gigante cuando al nacer mi hijo me dí cuenta de que si lograba cumplir un poquito de cada una de estas era mucho!!!!. Creo que primero me enojé conmigo misma por NO PODER y después me enojé con el papá del nene por semejante propuesta, pero pasadas unas horas y entendiendo que la vuelta a trabajo de mi pareja era inminente decidí aceptar (aún muy a mi pesar), que necesitaba AYUDA. 

Una vez tragado mi propio orgullo, el próximo paso era pensar en quien podía llegar a actuar de respaldo mío para cuidar al bebé, dado que era tan chiquito e indefenso que el solo hecho de pensar en alguien desconocido que lo cuidara me causaba desconfianza y miedo. Pensamos en varias alternativas: niñera recomendada, empresa que nos enviara una niñera, pero la verdad me daba desconfianza el no conocer a la persona. Y ahí se nos ocurrió como por arte de magia: mi sobrina de 20 años estaba buscando trabajo y nosotros buscando una persona que me ayudara con el nene.

La verdad fue un negocio redondo porque en ella deposité parte de la responsabilidad de cargar a upa, alimentar a mamadera, cambiar pañales, etc. y con ello logré tomarme algunos respiros, más que nada por la mañana, para poder dormir algunas horas de corrido (de 9 a 12 del mediodía en líneas generales), bañarme, cocinar, descansar los brazos, etc. 

Gracias a la vida hoy viéndolo en retrospectiva entendí que fue necesario en mi caso buscar ayuda, para sentir que el camino de maternar durante las horas que mi pareja estaba trabajando no se hacía tan solitario ni cuesta arriba y que no era, soy, ni seré mejor o peor madre por admitir que NO PUEDO CON TODO. 

¿Y a vos que te pasó?, ¿Cómo fue tu experiencia en los primeros días de vida de tu bebé?

4 AM, ¡la hora que nunca ve el sol!

Muchas veces me pregunto a mi misma de donde surgió la iniciativa de Soyunatetita y recuerdo las horas inacabables sin dormir. Lo primero que se me viene a la mente es la hora ¡4 AM! porque durante muchos meses, diría 6 ininterrumpidamente e intermitentemente casi 5 más, siempre estaba despierta a esa hora. Fría, solitaria, oscura, las 4 AM era esa hora en que mi bebé se despertaba y me veía en la obligación de darle la teta, cargarlo y mecerlo hasta que se durmiera. Eso me llevó al borde de la locura. Como una persona que siempre amó dormir, el despertarme a mitad de la madrugada me resultaba una pesadilla. 

En líneas generales no era la única vez por noche que mi hijo se despertaba, pero si era la de más duración. Hasta las 2 AM podía considerar como que nos íbamos a dormir tarde y alrededor de las 6 AM podía pensar que nos levantabamos temprano, pero las 4 AM era esa madrugada descarnada en la que la mayoría de los mortales estaban descansando y yo tenía (nótese que digo “tenía” y no “quería”), que estar despierta.

El recorrido era siempre el mismo: llevaba el nene al living comedor y paseaba a lo largo del lugar, caminando con el bebé a upa. De un lado topaba con la persiana baja de mi comedor que daba a una avenida y “chusmeaba”, cual doña Rosa, lo que pasaba en la calle para no aburrirme, claro está que a las 4 AM, no pasaba nada!. Luego caminaba hacia el otro lado viendo mi propio resplandor a través de la poca luz que entraba entre los agujeros de la ventana. Estaba con la luz apagada porque en ese momento el nene aún no tenía el ritmo circadiano marcado y la luz le hacía creer que era de día y le costaba más dormir. Finalmente, del otro lado topaba con la puerta de las habitaciones y así iba y volvía una y otra vez. 

De este modo, me podría pasar en promedio entre 1 ½ hrs. y 3 hs. deambulando. Llegaba un momento, como los presos, en que perdía la noción de todo, del tiempo, de lo que pasaba, de mis sensaciones corporales y en última instancia, de mi misma. Muchas veces se me doblaban las rodillas o me fallaban las piernas del cansancio, al punto de tener miedo de caer al piso. Otras veces caminaba con los ojos cerrados de un lado al otro casi durmiendo parada y con el miedo de tropezar y lastimarnos. Y siempre siempre, sin lugar a dudas sentía mucha frustración, enojo y aburrimiento de tener que hacer todas las malditas madrugadas la misma rutina.

En varias ocasiones me pregunté durante esas madrugadas infinitas para que había tenido un hijo, que karma estaba pagando para tener que sufrir la privación de sueño y algunas pocas veces (de las cuales no me enorgullezco) le hacía estas mismas preguntas al bebé en voz alta y al borde del ataque de nervios. Claramente el bebé lloraba o se movía más y terminaba cada vez peor la situación. Fue en alguna de esas madrugadas, ya no recuerdo ni que día ni que mes, en que a las 4 AM se me ocurrió hacer una página web para contar todo el lado B de la maternidad y eso lo CAMBIÓ TODO. Seguía despertandome a las 4 AM para dar el pecho a mi bebé y caminar hasta hacerlo dormir pero ya no estaba asociado a esos sentimientos feos y dolorosos de maternar, sino que lo tomaba como una oportunidad de catarsis y puesta en común de mis experiencias. 

Recuerdo la sensación de estar caminando, pensar en el nombre de la página, ponerle título a las historias, comenzar a relatarlas en mi mente e incluso reírme de lo que pensaba escribir. Así todo se hizo un poco más llevadero, dejé de aburrirme y pasé a crear. Todo lo que pensaba de noche lo ponía en un boceto de día y poco a poco tras varios meses muchisimo trabajo, el esfuerzo se consolidó finalmente en la página web Soyunatetita.com.ar 

A modo de resumen puedo decir que, las 4 AM y mi hijo, lejos de condenarme me dieron la fuerza, iniciativa y motivación para convertirme en una mejor mujer y mamá.

¿Y vos qué método encontraste para no volverte loca los primeros meses de tu maternidad?

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