Empezar a gatear

Planteando el movimiento de mi bebé en una línea sincrónica podría decir que arrancó a los 3 meses boca arriba “nadando” en su super gimnasio para bebés, luego a los 4 comenzó a rodar, a los 5 a hacer flexiones de brazos y a los 6 a estar en posición de gateo balanceando su cola para adelante y para atrás. Finalmente al séptimo mes de vida logró salir gateando. Al principio daba un solo paso, se cansaba y se sentaba en el suelo, pero luego comenzó a dar cada vez pasos más seguidos uno atrás del otro. 

Fue una experiencia realmente estremecedora desde todos los puntos de vista, por un lado me dio mucha felicidad ver que mi bebé estaba logrando un paso tan importante en su autonomía y me puso muy contenta, lo cual se lo dije e hice notar con besos, abrazos y caricias. Pero por otro lado no pude dejar de pensar inconscientemente que era la primera vez que mi bebé se estaba alejando de mi y eso me llenó el corazón de tristeza. Obviamente al momento de pensarlo me dije a mi misma que era ilógico, primero era mi bebé, tenía 6 meses y no estaba en condiciones aún de irse a ningún lado y segundo pensé que traer un hijo al mundo no significaba tenerlo atado con un grillete a mí, sino incentivarlo para que cada vez hiciera más cosas.

Este modo de pensar alternativo me permitió seguir incentivándolo para que cada vez se moviera más. Así se me ocurrió comenzar a jugar a las escondidas, hacer postas para alcanzarnos, etc. Las posibilidades comenzaron a ser casi infinitas lo cual lo incentivó a gatear más rápido y mejor. Esto me llevó por ejemplo a perderlo de vista, no saber dónde estaba, llamarlo y que no hiciera ningún ruido, o que saliera disparado a tocar y alcanzar cosas vistosas como: enchufes de luz, cajones y todo lo que pudiera manipular o abrir para inspeccionar dentro. 

Rápidamente la configuración del hogar tuvo que cambiar, desde comprar tapas de enchufes y trabas de alacenas, como también eliminar objetos peligrosos del alcance de la mano del bebé. Dejé de invertir en ropa cara porque todo lo que usaba terminaba con las rodillas percudidas y despejé el piso de alfombras/ goma eva y cualquier otro material con el cual pudiera tropezar. También hasta que comenzó a caminar me esforcé enormemente por mantener el piso limpio, impecable, impoluto! de toda la casa, porque como se apoyaba de manos y luego esas manos iban a la boca, consideré que era un serio riesgo para su salud que estuviera el piso sucio, amén de que las manos se las lavaba a cada rato, pero una nunca sabe.

En conclusión, fue una época de estrés de la cual recuerdo estar corriendo detrás de Dr. Pipino para aquí y para allá, pero ahora pasado un tiempo la recuerdo con mucho cariño y ternura. 

Contame cual fue tu experiencia con tu bebé, ¿gateó o no?

La ropa siempre sucia

Desde el nacimiento de Dr. Pipino a la fecha no hubo un solo momento en que lograra que la ropa de mi hijo estuviera limpia. En un comienzo cuando recién nació las regurgitaciones y la caca líquida hacían que a cada rato lo tuviera que cambiar. Con la introducción de la comida sólida y su negativa a usar babero, la ropa comenzó a mancharse cada vez que probaba algo. El maldito y necesario hierro es un capítulo aparte!; ni que hablar cuando comenzó a gatear, los pantalones con lamparones negros en las rodillas son una pesadilla. Y una vez que se largó a caminar, ya no hubo manera de mantenérsela limpia y presentable: jugar a la pelota en la plaza, con el barro por todos lados; tomar yogur y mancharse todo, etc. Todo el tiempo sucio!

Esto me llevó a replantear rápidamente el tipo de ropa que le compro. En un principio mi idea era vestirlo como un príncipe, con la ropa del mejor algodón que pudiera conseguir y que el bolsillo me lo permitiera, para evitar reacciones alérgicas e irritación. Cuando vi que la ropa le duraba 15 días porque cambiaba de talle a lo loco, se ensuciaba y no había forma de sacar las manchas, bajé un poco mis expectativas.

Comencé a comprar ropa de algodón, pero un poco más módica en cuanto precio para ganar en cantidad. Por ejemplo, si al principio le compraba 3 bodys de muy buen algodón, luego pasé a comprarle 6 de un algodón de menor categoría. También heredé mucha ropa usada de amigas, colegas y familiares, ropa que me salvó la vida en momentos en que me daba cuenta que ese pantalón que le había comprado ya no le entraba y no tenía nada para sacarlo a la calle cuando hacía frío. De este modo, opté por dejarle una o dos mudas de ropa presentables solo para “ocasiones especiales”, como ser: visita al médico, a los abuelos, etc. con el solo fin de no sentirme tan mala madre cuando otras y otros lo miraran.

Por lo demás tenía 2 opciones, o me volvía loca cada vez que se ensuciara o lo dejaba ser para que experimente y VIVA la vida!!. Como admití que no iba a dejar de ensuciarse por más que ese fuera mi deseo, decidí ser el segundo tipo de madre; y como la ropa que ahora le compro no me resulta tan cara de pagar, ni siquiera me enojo cuando lo veo con toda la cola llena de suciedad por haberse caído en algún lugar, o cuando se engancha sus prendas y se le hace un agujero el día del estreno. A respirar hondo y Let it be baby!

P.D.: las manchas de hierro salen aplicándole solamente: limón!. Luego de aplicar el limón es recomendable dejar la prenda con la mancha descubierta al sol por 10 minutos y finalmente lavarla. Gran dato salvador de ropa!

¿Vos cómo hiciste o hacés para no morir en el intento de tener la ropa limpia de tu bebé?

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