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La ropa siempre sucia

Desde el nacimiento de Dr. Pipino a la fecha no hubo un solo momento en que lograra que la ropa de mi hijo estuviera limpia. En un comienzo cuando recién nació las regurgitaciones y la caca líquida hacían que a cada rato lo tuviera que cambiar. Con la introducción de la comida sólida y su negativa a usar babero, la ropa comenzó a mancharse cada vez que probaba algo. El maldito y necesario hierro es un capítulo aparte!; ni que hablar cuando comenzó a gatear, los pantalones con lamparones negros en las rodillas son una pesadilla. Y una vez que se largó a caminar, ya no hubo manera de mantenérsela limpia y presentable: jugar a la pelota en la plaza, con el barro por todos lados; tomar yogur y mancharse todo, etc. Todo el tiempo sucio!

Esto me llevó a replantear rápidamente el tipo de ropa que le compro. En un principio mi idea era vestirlo como un príncipe, con la ropa del mejor algodón que pudiera conseguir y que el bolsillo me lo permitiera, para evitar reacciones alérgicas e irritación. Cuando vi que la ropa le duraba 15 días porque cambiaba de talle a lo loco, se ensuciaba y no había forma de sacar las manchas, bajé un poco mis expectativas.

Comencé a comprar ropa de algodón, pero un poco más módica en cuanto precio para ganar en cantidad. Por ejemplo, si al principio le compraba 3 bodys de muy buen algodón, luego pasé a comprarle 6 de un algodón de menor categoría. También heredé mucha ropa usada de amigas, colegas y familiares, ropa que me salvó la vida en momentos en que me daba cuenta que ese pantalón que le había comprado ya no le entraba y no tenía nada para sacarlo a la calle cuando hacía frío. De este modo, opté por dejarle una o dos mudas de ropa presentables solo para “ocasiones especiales”, como ser: visita al médico, a los abuelos, etc. con el solo fin de no sentirme tan mala madre cuando otras y otros lo miraran.

Por lo demás tenía 2 opciones, o me volvía loca cada vez que se ensuciara o lo dejaba ser para que experimente y VIVA la vida!!. Como admití que no iba a dejar de ensuciarse por más que ese fuera mi deseo, decidí ser el segundo tipo de madre; y como la ropa que ahora le compro no me resulta tan cara de pagar, ni siquiera me enojo cuando lo veo con toda la cola llena de suciedad por haberse caído en algún lugar, o cuando se engancha sus prendas y se le hace un agujero el día del estreno. A respirar hondo y Let it be baby!

P.D.: las manchas de hierro salen aplicándole solamente: limón!. Luego de aplicar el limón es recomendable dejar la prenda con la mancha descubierta al sol por 10 minutos y finalmente lavarla. Gran dato salvador de ropa!

¿Vos cómo hiciste o hacés para no morir en el intento de tener la ropa limpia de tu bebé?

Eligiendo pediatra: ¡yo qué sé!

Si tuviera que definirlo diría que existen dos tipos de madres en este mundo, las que hacen el curso de preparto a los 6 meses, tienen la habitación de la criatura lista a los 7, la escuela elegida antes de que nazca y el o la pediatra seleccionada con varios meses de anticipación. Y por otro lado existen madres como yo, quien ya teníamos todas esas cosas en vista pero que primero nos llega el bebé sin tener nada resuelto. 

Con el tema de la pediatra no fue la excepción. Resulta que mi bebé nació, y rápidamente descendió medio kilo. Le dieron el alta a los 3 días pero como había bajado mucho de peso nos dijeron que al día siguiente debíamos llevarlo a su pediatra para control. Ahí se me llenó la cara de vergüenza al decirle que no teníamos todavía pediatra elegido. Luego de sentirme observada por la doctora como si fuera la encarnación del diablo, nos sonrió gentilmente y nos dijo que no había problema, que lo llevaramos sin turno a las médicas neonatólogas de la clínica. La clínica nos quedaba a más de una hora de viaje de casa, pero como no habíamos elegido pediatra, lo tuvimos que llevar igual en taxi, porque era pleno invierno y nos parecía muy riesgoso llevar al bebé sin defensas en transporte público. 

Lo que inicialmente iba a ser una consulta, resultaron ser 5 diferentes en el transcurso de 10 días, con todas las médicas neonatólogas de la clínica (porque nos atendía la que estaba de turno). Cada una nos daba una recomendación diferente acerca de cómo lograr que el bebé ganara peso: cuantas veces darle el pecho, con qué duración, que pecho darle (si el izquierdo o el derecho), que usara o no pezonera, como prender el nene a la teta para que saliera más leche, etc., etc. etc. Lo cierto es que con el bolsillo roto de tanto gasto y sin resultados visibles al respecto, decidimos cambiarlo a un hospital que nos quedaba a 1 ½ kilómetros. Cuando llegamos nos dimos cuenta que además de que tuvimos que volver a relatar toooooda la historia del bebé, las médicas eran casi adolescentes (asumimos que eran residentes) y no nos dieron confianza. 

A todo esto, en paralelo yo ya había empezado a buscar en los momentos en que mi lucidez y el bebé me lo permitían, un pediatra confiable por la zona. Luego de ver varias recomendaciones en internet, nos orientamos a uno que estaba a 6 cuadras de casa. Cuando llegamos, además de que tuvimos que esperar una eternidad en la sala de espera, nos dimos cuenta de que era un consultorio pediátrico y un consultorio de tercera edad a la vez. Estaba lleno de bebés y de adultos mayores. No nos pareció seguro por el tema de defensas pero ya que estábamos ahí, esperamos. Al entrar al consultorio pasamos por un pasillo en construcción y finalmente después de tanta espera y travesía llegamos a la sala del doctor donde nos sentimos como un número, tomó la historia clínica, nos dio 2 o 3 recomendaciones y nos dejó ir. Claramente, no volvimos.

Siguiendo con la travesía de pediatras volvimos a la búsqueda de una nueva (a esta altura ya me imaginaba más cómoda con una mujer). Llamé a otro consultorio que estaba por la zona y me dijeron que para esa médica que yo quería había más de 2 meses de demora. Mi bebé por ese entonces no podía esperar tanto tiempo. Entonces se me ocurrió preguntarle si no había otra profesional en el consultorio que tuviera disponibilidad más rápido a lo cual me dijo que sí. A los 4 días cuando llegamos al turno asignado, pasamos a la sala de espera (que era solo de niños). El lugar estaba bien ediliciamente y rápidamente nos atendieron. En el volvimos a repetir toda la historia pero por primera vez nos sentimos contenidos desde que había tenido a Dr. Pipino. 

Decidimos quedarnos con ella, más que nada porque al mes cuando el bebé no recuperaba el peso que había perdido al nacer, fue ella quien indicó la internación en pediatría para que evaluaran las causas, así que de algún modo sentimos que le salvó la vida. Salido de la internación y recuperado de peso volvimos mensualmente una y otra vez con ella pero si bien creemos que sabe mucho a nivel médico, comenzamos a percibir ciertas actitudes que no nos gustaban respecto a su personalidad en relación a “retarnos” (más que nada a mi), por cosas que supuestamente “hacemos mal”, como por ejemplo darle de comer cuando tiene ganas, dejarlo dormir siesta si tiene sueño, etc. 

Yo comparto plenamente el saber médico, pero no creo en él a ciegas; por ejemplo, si mi hijo quiere comer una manzana a las 2 de la tarde ¿no lo tengo que dejar?. Eso me hizo y hace mucho ruido, el que una profesional haga sentir que todas las decisiones que tomo como madre están erradas y solo perjudican a mi hijo. ¿Dónde queda el nivel de conexión y apego bajo esta perspectiva?, ¿quien más que yo puede llegar a saber que necesita Dr. Pipino?. En base a eso puedo decir que a 2 años y 4 meses de haber tenido a mi hijo sigo buscando pediatra, creo que para ser un/a buen/a profesional no solo basta con el conocimiento a nivel científico, sino que también implica la calidad de persona que sea dicho/a medico/a. 

Viéndolo en retrospectiva, si me pudiera dar una recomendación a mi misma sería encarar con tiempo el tema de la búsqueda de pediatra antes de que el bebé naciera para evitar salir corriendo en los primeros días de vida y prevenir tomar decisiones apresuradas y erradas.

Contanos cuál fue/ es tu experiencia en la búsqueda de pediatra.

Estoy hecha una crota

Una de las principales cosas que me pesa de la maternidad es mi apariencia, y no estoy hablando de los kilos de más o de las deformaciones musculares y “cárnicas” de diferentes partes de mi cuerpo, sino del no poder estar limpia y prolija como acostumbraba y me gustaba estar.

La vida antes de ser mamá era sencilla, pensándolo en retrospectiva. Me iba a dormir a la hora que quería, me levantaba y me daba una ducha caliente. Salía de bañarme y tenía largas sesiones de secado de cabello para que me quedara lindo y lacio. Elegía la ropa que deseaba, los accesorios y el maquillaje y salía a trabajar… así, limpia, fresca, IMPECABLE!. Que buenas epocas aquellas y que poco la supe valorar.

¿Qué sucedió con la maternidad? Lo primero que cambió fue la falta de rutina y de horarios. Una propone pero el bebé dispone. Me pasé días, meses enteros planificando, pero luego llegado el momento, el bebé dormía 2 horas, se levantaba a las 4 am y volvíamos a aterrizar en nuestras respectivas camas a las 6:30 am. Subsistencia pura y dura: dormir, comer, hacer cacona y dar la tetita (por supuesto). Días enteros se me fueron solo atendiendo a estas 4 cuestiones primordiales.

De bañarme ni hablar, un poco de desodorante a las 11:30 am, que es cuando me levantaba, a dar la teta y a seguir… Del secador de pelo tengo un vago recuerdo, de su sonido, para que servía, etc. En este momento es un lujo que no me puedo dar, hace mucho ruido, despierta al bebé o simplemente no tengo libertad para estar tanto tiempo sin dedicarle mis manos y mis brazos a Dr. Pipino. Y de la ropa que decir, no es que no tenga ropa limpia, es que no me dura!. Hay veces que el bebé vomita/ regurgita o que con su manito llena de mandarina me la refriega por la remera, antes de que pueda llegar al baño para limpiarlo. Ni que hablar de los aros u otra bijouterie, son objetos brillantes altamente arrancables, por lo tanto prescindibles en este momento. Tintura de canas y depilación de zonas varias se calendarizan con MESES de anticipación para evitar cancelaciones a último minuto por falta de prioridad.

En conclusión, decidí recibirme de crota por un tiempo. ¿Qué significa esto?, a veces mirarme en el espejo y NO GUSTARME. No gustarme por mi apariencia de desprolija, peludita y más olorosa, etc. Esto implicó también reservar mis mejores vestiduras solo para ocasiones especiales o postergar ponérmelas para evitar que se arruinen y vestirme con ropa más cómoda. Usar ropa deportiva que en primera instancia pueda lavarse y/o limpiarse fácilmente, sin percutirse con la alta frecuencia de uso y que a la vez sea más cómoda para la diaria con mi bebé. Ejemplo ponerme una joggineta con algún diseño lindo pero barata, cosa de que si se ensucia o le pasa algo no ande maldiciendo al cielo por haber dejado un riñón para comprarla.

Sé que vendrán tiempos mejores en cuanto a recuperar mi identidad estética, pero por el momento no me preocupo y si me cruzo con algún espejo, en lugar de mirarme a mí misma lo miro a él, y sonrió, entendiendo que vale la pena.

¿y vos, cómo te sentís estéticamente?

Salir caminando

Siguiendo la línea cronológica del posteo: “aprender a gatear” mi bebé pudo dar este importante paso a los 7 meses de vida; a los 8 comenzó a pararse agarrándose de todo lo que tenía a mano: barrales, silla, sillón, gente, paredes, etc. Al principio solo lograba mantenerse algunos pocos segundos parado, perdía el equilibrio y caía, otras veces podía estar erguido y movía la cintura para adelante y para atrás. 

Lo cierto es que durante 3 meses todo fue práctica en este sentido. De todos modos como ya podía gatear, si se cansaba se dejaba caer y salía con las manos y los pies a toda marcha del lugar. A los 10 meses algo pasó, agarrado de lo que fuera comenzó a querer dar pasos. Al principio lo hacía con mucha dificultad porque con cada zancada perdía el centro de sustentación y se caía. Fue por esta época que decidí sacar todo del piso y ponerme yo como persona que lo atajara y almohadón al mismo tiempo. 

La secuencia era siempre la misma: me ponía enfrente de él, sentada en el suelo y me hacía unos pasos hacia atrás, así quedábamos a unos centímetros y yo extendía las manos en su dirección. Él venía hacia mí y yo lo felicitaba por el arduo trabajo de haber podido avanzar. El papá por su lado se ponía arrodillado detrás de él y con sus bracito alzados agarrado a él daba pequeños pasitos. Estos ejercicios se continuaron durante diferentes momentos y horarios y con el correr de los días, digamos a los 10 o 15, logró tener una base de sustentación y un equilibrio interesante y pudo salir andando solo. 

Si tuviera que volver a empezar con el tema del caminar, hay cosas que me ayudarían a no perder el norte, como ser:

  • Los golpes son inevitables, por eso fue importante estar atenta en todo momento, prevenir y acompañar en caso de que pasaran.
  • No asustar al niño sino incentivar, por más de que yo haya tenido miedo que se lastimara la mayor parte del tiempo.
  • Lo mejor es cubrir o estar atenta a bordes filosos de objetos y muebles que lo pudieran lastimar.
  • Descalzo siempre (sin medias), fue lo mejor para que el agarre al piso fuera más preciso.
  • Al comienzo era normal que tuviera la postura de montar a caballo (con las piernas como si fuera una herradura) y que caminara tosco, al estilo Robocop. Eso es parte de la maduración de su columna y piernitas, según la pediatra.
  • Cero andador y cero trípodes para aprender a andar, en charla con la pediatra me dijo que eran más peligrosos por los golpes y que el bebé aprendía a caminar “mal”, con la cintura para cualquier lado, antes de aprender a tener sustentación propia y caminar “bien”.
  • El gateo no desapareció automáticamente, se fue intercalando hasta que un par de meses después de que se largó a caminar ya casi no gateaba porque no lo necesitaba. Lo cual para mi fue un alivio porque significó que las manos ya no estaban en constante contacto con el piso, por lo que todos los gérmenes y bacterias del mismo no iban a parar directamente a la boca. 

Creo que en conclusión, caminar conjuntamente con hablar es una de las actividades que más placer y más alegre puso a mi hijo en el camino de su autonomía. Así que verlo tan contento y feliz no hacía más que tratar de apoyarlo todo el tiempo para que pudiera salir caminando… 

¿Y vos cómo recordás la época en la que tu bebé empezó a caminar?

Mi primera palabra

El lenguaje es uno de los atributos diferenciales que tenemos respecto al resto de los mamíferos superiores. Desde el aspecto psicológico inclusive, gran parte de nuestro instinto queda supeditado desde el momento en que necesitamos de las palabras para introducirnos en el mundo social del cual somos parte; para entender y ser entendidos. Sabiendo eso, desde el comienzo como madre y como psicóloga una de mis principales prioridades es estimular su lenguaje; por ello dedico gran parte del tiempo que pasamos juntos a hablarle como un adulto, como si me entendiera todo, con la certeza de que en algún momento me va a entender y de que esto favorece a que por imitación también pueda copiar alguna palabra.

Las sesiones comenzaron desde el nacimiento mismo, recuerdo cuando salimos de la sala de partos que yo ya le hablaba, le nombraba las cosas, le explicaba quién era, qué había pasado y dónde estábamos. Luego en casa, durante los primeros 3 meses de vida cuando aún no teníamos mucha interacción, también le hablaba, me tomaba algunos momento especiales donde manteníamos contacto visual, por ejemplo al momento del amamantamiento o de cambiarle los pañales. De ese modo todo lo que le decía estaba intensificado por la atención plena que nos dábamos.

A los 4 meses de vida llegó el primer indicador de que íbamos por buen camino, dijo: ajó. Yo pensé en ese momento que era un bebé muy precoz, que ya empezaba a hablar, pero según la pediatra no puede ser considerado una palabra, sino un entrenamiento gutural. La cosa siguió así por varios meses donde ensayaba diferentes fonemas: gua gua, ta ta, etc. Los dientes ayudaron y mucho, estos son necesarios para que el bebé pueda hacer diferentes sonidos que sin ellos serían difíciles de lograr (como cuando los adultos mayores pierden los dientes y les cuesta más modular las palabras y a uno entenderlas).

Luego, aproximadamente a los 10 meses comenzó a decir papapapapapa. Como todos lo que estábamos a su alrededor hacíamos el corte en papá, acentuando la última vocal, el bebé pronto comenzó a copiarnos y unos 10 días después ya decía perfectamente PAPÁ. ¡Maldición, rayos y centellas! su primera palabra fue papá, ¿es joda?. O sea, si bien estaba super contenta porque comenzara a hablar, aún al día de hoy debo admitir que me da bastante recelo que esa haya sido su primera palabra. Es que como soy la persona que lo engendró, que lo cargó en su vientre 9 meses, lo dio a luz, se quedó noches y noches en vela luego de su nacimiento porque no dormía, le dio la tetita días enteros, etc. siempre creí que tenía el derecho ganado a que esa primera palabra fuera mamá. Después de todo “me lo merezco!”.

No hubo caso… toda mi tribu femenina que me hizo el aguante diciéndole mamamama o mamá al bebé y yo, su propia madre, no pudimos contrarrestar el poder de la palabra papá. Abuela, primas, amigas, niñera, mamá tetita (etc.), todas tirando para un mismo lado con escasos resultados. Obviamente eso no bastó para que me diera por vencida. Yo seguí insistiendo con las charlas, le comencé a contar cuentos, cantar canciones e incluso le compré instrumentos musicales de juguete para soplar (ej.: flauta) y así incentivar más el lenguaje. Entonces un día ocurrió, finalmente a los 16 meses, 6 meses después de decir papá, apareció el mamamamama, que unos 10 días después terminó convirtiéndose en el MAMÁ.

¿Egoísmo puro y duro? si, claro que sí, y algo de amor propio también más o menos tirado por el tacho. Sincerándome me hubiese encantado ser la primera palabra de mi bebé, pero aún así, qué hermoso es verlo hablar y alentar a que cada día diga más y más palabra. A veces la ansiedad me gana y pretendo que hable como un adulto cuando todavía no tiene ni 2 años, que según la pediatra es cuando se largan a hablar un poco más. No veo la hora de que tengamos conversaciones eternas!!!!

¿Y en tu caso cuál fue la primera palabra?

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