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El Chupete

La relación con el chupete de Dr. Pipino fue siempre errática. En un comienzo no compré ninguno porque me había quedado con la vieja creencia (por lo menos la que circulaba en la épica en la que yo era pequeña), de que éste deformaba el paladar. Ahora bien, al nacer mi bebé solía llorar TODO el tiempo y no dormir bien, por lo que una neonatóloga a la que habíamos ido a ver el 4° día de vida me recomendó que le comprara un chupete porque iba a ser (literalmente) “su mejor amigo”. Ahí entonces recién me encomendé a la misión de comprarle un uno, con la esperanza de que se le regularizara el sueño y dejara de llorar (Jajajajajajjaajajajajjajajaj… ilusa)

Como yo estaba físicamente destruida tras el parto, la tarea de comprar el “elemento mágico” fue encomendada al padre de Dr. Pipino. El resultado… trajo una dupla de chupetes hermosos y de primera marca, con “punta ergonómica” para seguir el trazado natural del paladar (WTF) pero…para bebés de +18meses. Él los compró, los sacó del empaque, los lavó y le puso uno al bebé. Yo veía que mi hijo medio se ahogaba y lo escupía, mi novio se lo volvía a poner y se repetía la operación con los mismos resultados. Al mirar en el instructivo noté el detalle de la edad para la que estaba recomendado y caí en la cuenta de 2 cosas, primero es que existen tamaños de chupetes y segundo, que estos chupetes no los podía devolver porque ya estaban usados.

Con todo el amor del mundo me dirigí personalmente (y rota físicamente) a la farmacia a comprar los chupetes propios para su edad, y tras gastar nuevamente una pequeña fortuna en otra hermosa dupla, llegué a casa con los elementos indicados. Esta vez cupieron bien en el paladar de mi hijo, pero tras dejárselo puesto por un breve período de 10 segundo procedió nuevamente a escupirlo. No hubo manera humanamente posible de que le durara más de medio minuto.

Como un mes después, al comentarle a la flamante pediatra la situación con el chupete, nos comentó que en realidad no estaba funcionando porque debíamos comprarle los más baratos, de silicona y con punta redonda, porque esos eran los que “los bebés preferían”. Latigándonos las espaldas y avergonzado por nuestro error, ahí fuimos en la nueva cruzada a comprar el chupete más barato de estas características, con idénticos resultados…NO le gustó.

En resumidas cuentas el bebé terminó teniendo 7 chupetes de diferentes tamaños en el transcurso de un año, con diferentes formas y calidades y no se quedó con ninguno. No lo agarró para sustituir la succión del pecho, para relajarse y dormir, ni para cuando le estaban saliendo los dientes, cual mordillo, ni para nada. Simplemente NO le gustó el chupete!. Creo que una de las mejores cosas que hice fue ofrecérselo dejándolo siempre a la vista pero sin obligarlo a ponérselo. Terminó siendo uno más de sus juguetes pero nunca cumplió la función de objeto succionador. Así aprendí que no todos los bebés hacen las cosas que se supone que deberían hacer los bebés!

¿Cuál fue tu experiencia con el chupete?

4 AM, ¡la hora que nunca ve el sol!

Muchas veces me pregunto a mi misma de donde surgió la iniciativa de Soyunatetita y recuerdo las horas inacabables sin dormir. Lo primero que se me viene a la mente es la hora ¡4 AM! porque durante muchos meses, diría 6 ininterrumpidamente e intermitentemente casi 5 más, siempre estaba despierta a esa hora. Fría, solitaria, oscura, las 4 AM era esa hora en que mi bebé se despertaba y me veía en la obligación de darle la teta, cargarlo y mecerlo hasta que se durmiera. Eso me llevó al borde de la locura. Como una persona que siempre amó dormir, el despertarme a mitad de la madrugada me resultaba una pesadilla. 

En líneas generales no era la única vez por noche que mi hijo se despertaba, pero si era la de más duración. Hasta las 2 AM podía considerar como que nos íbamos a dormir tarde y alrededor de las 6 AM podía pensar que nos levantabamos temprano, pero las 4 AM era esa madrugada descarnada en la que la mayoría de los mortales estaban descansando y yo tenía (nótese que digo “tenía” y no “quería”), que estar despierta.

El recorrido era siempre el mismo: llevaba el nene al living comedor y paseaba a lo largo del lugar, caminando con el bebé a upa. De un lado topaba con la persiana baja de mi comedor que daba a una avenida y “chusmeaba”, cual doña Rosa, lo que pasaba en la calle para no aburrirme, claro está que a las 4 AM, no pasaba nada!. Luego caminaba hacia el otro lado viendo mi propio resplandor a través de la poca luz que entraba entre los agujeros de la ventana. Estaba con la luz apagada porque en ese momento el nene aún no tenía el ritmo circadiano marcado y la luz le hacía creer que era de día y le costaba más dormir. Finalmente, del otro lado topaba con la puerta de las habitaciones y así iba y volvía una y otra vez. 

De este modo, me podría pasar en promedio entre 1 ½ hrs. y 3 hs. deambulando. Llegaba un momento, como los presos, en que perdía la noción de todo, del tiempo, de lo que pasaba, de mis sensaciones corporales y en última instancia, de mi misma. Muchas veces se me doblaban las rodillas o me fallaban las piernas del cansancio, al punto de tener miedo de caer al piso. Otras veces caminaba con los ojos cerrados de un lado al otro casi durmiendo parada y con el miedo de tropezar y lastimarnos. Y siempre siempre, sin lugar a dudas sentía mucha frustración, enojo y aburrimiento de tener que hacer todas las malditas madrugadas la misma rutina.

En varias ocasiones me pregunté durante esas madrugadas infinitas para que había tenido un hijo, que karma estaba pagando para tener que sufrir la privación de sueño y algunas pocas veces (de las cuales no me enorgullezco) le hacía estas mismas preguntas al bebé en voz alta y al borde del ataque de nervios. Claramente el bebé lloraba o se movía más y terminaba cada vez peor la situación. Fue en alguna de esas madrugadas, ya no recuerdo ni que día ni que mes, en que a las 4 AM se me ocurrió hacer una página web para contar todo el lado B de la maternidad y eso lo CAMBIÓ TODO. Seguía despertandome a las 4 AM para dar el pecho a mi bebé y caminar hasta hacerlo dormir pero ya no estaba asociado a esos sentimientos feos y dolorosos de maternar, sino que lo tomaba como una oportunidad de catarsis y puesta en común de mis experiencias. 

Recuerdo la sensación de estar caminando, pensar en el nombre de la página, ponerle título a las historias, comenzar a relatarlas en mi mente e incluso reírme de lo que pensaba escribir. Así todo se hizo un poco más llevadero, dejé de aburrirme y pasé a crear. Todo lo que pensaba de noche lo ponía en un boceto de día y poco a poco tras varios meses muchisimo trabajo, el esfuerzo se consolidó finalmente en la página web Soyunatetita.com.ar 

A modo de resumen puedo decir que, las 4 AM y mi hijo, lejos de condenarme me dieron la fuerza, iniciativa y motivación para convertirme en una mejor mujer y mamá.

¿Y vos qué método encontraste para no volverte loca los primeros meses de tu maternidad?

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