Volver a trabajar fuera de casa

Si bien es cierto que nunca dejé de trabajar, porque 5 días después de parir estaba dando clases desde la comodidad de mi hogar, lo cierto es que cuando mi hijo cumplió 4 meses, me tocó volver a hacerlo presencial. Como la mayoría estimo, traté de juntar todas las vacaciones, feriados, días con permiso y demás para estirar mi licencia lo más posible pero al fin y al cabo tuve que volver a salir 8hs. fuera de mi hogar como le pasa a muchas mamás. 

La ambivalencia estuvo siempre a flor de piel, porque si bien quería volver, como método de inhibición y de escape de las tareas diarias de maternar: cambiar pañales, dar la teta, hacer de comer, etc., se me partía el corazón de solo pensar que estaría fuera de casa tantas horas sin mi hijo Las primeras 2 semanas de trabajo fueron las peores, me cansaba mucho, me había desacostumbrado a viajar en transporte público, a ir y venir, hablar con gente, etc. A eso además había que sumarle que muchas noches dormía entre 2 y 4 horas, por lo que cuando arribaba a mi lugar de trabajo estaba muerta y agotada mental y físicamente.

También al volver a trabajar, no sé si como forma de castigo o de protección (nunca lo dilucidé), me cambiaron de grupo de trabajo y de coordinador. Gracias a Dios mi nuevo líder resultó ser el ser humano más comprensivo y sensible del mundo respecto a la etapa vital por la cual estaba pasando y me ayudó muchísimo no haciéndome problema cuando llegaba 2 hs. tarde porque me quedaba dormida, cuando me tenía que retirar antes para llevar el nene a la pediatra, etc. Fue uno de los acompañamientos más grandes que tuve en el proceso de readaptación en el ámbito laboral. 

Algo muy duro de esa época fue poder mantener la lactancia. Me acuerdo que me sacaba leche antes de ir a trabajar y la dejaba en la heladera; llevaba el sacaleche conmigo a todas partes, pero lamentablemente en mi trabajo no había lactario, así que recuerdo estar sentada en el inodoro sacandome leche (lo cual de por sí era un asco) y luego tener que tirar mi “producción” en el lavabo porque no había dónde ni cómo guardarla. A duras penas logré seguir produciendo leche. 

Mientras tanto en casa, estaba mi sobrina en el rol de niñera y tenía que soportar mis mensajes a cada rato. Si antes cuando estaba en casa era pesada respecto a la crianza de mi hijo, ahora que no lo veía me ponía aún más densa, pero gracias al cielo ella también contestaba a todas mis demandas, lo cual me permitía seguir concentrándome en el trabajo. Lo mejor de todo es que como mi hijo era tan chiquito, no se daba cuenta de que me iba, no lloraba ni nada por el estilo y eso me dejaba tranquila. 

Creo que lo más difícil para mí era cuando volvía del trabajo cansada y todavía me esperaban varias horas de actividad con mi pequeño hasta tanto este se durmiera, con la incertidumbre de si esa noche iba a dormir de corrido o no, para estar al otro día un poco más despierta. 

La travesía duró un poco más de 2 meses, luego se decretó la pandemia y nos quedamos todos en casa, con lo cual se simplificaron muchas cosas y otras tantas se complejizaron al estar el 100% del tiempo dedicada a mi bebé y a mi hogar. Sobrevivimos y varios meses después volvimos a encontrar niñera, pero esta vez mamá ya estaba todo el tiempo trabajando desde casa. En conclusión fue duro psicológica y mentalmente dejar a mi hijo tantas horas, pero descubrí que extrañarlo y sentirse laboralmente útil también está bueno ;).

¿Y vos, qué sentiste cuando tuviste que volver a trabajar?

La difícil tarea de buscar niñera o no hay mujer como mamá

Como ya habrán leído en el post de “Necesito ayuda, necesito una niñera!”, tardé tan solo 10 días en darme cuenta que sola no iba a poder llevar a cabo la tarea de maternar mientras mi novio estuviera trabajando. Es por ello que la primera niñera de mi hijo fue mi sobrina de 20 años. Amé que me ayudara más que nada porque yo no podía con mi vida después del parto. Sin embargo, si bien era muy buena cuidadora, a veces me ponía hincha respecto a lo que tenía que hacer o dejar de hacer en relación al bebé y nunca terminaba de estar conforme con su desempeño, no por problema de ella sino por mi locura, porque después de todo, ella no era yo!. 

Transcurrido 9 meses mi sobrina decidió no seguir de niñera (pandemia de por medio), lo cual me dejó nuevamente a la deriva con mi bebé. Posteriormente conseguimos una señora que lo cuidó durante 6 meses, si bien al principio era super funcional su ayuda, a medida que el bebé se volvía más inquieto porque caminaba y demandaba más, notamos que la nueva niñera “no le podía seguir el tren” y eso, ayudado por una mudanza que hacía que el lugar de trabajo le quedara más lejos, provocó que la señora dejara de cuidar a Dr. Pipino. No pasó nada, de todos modos, no era yo!.

A continuación hubo un desfiladero de niñeras, entre otra señora que era de confianza de una amiga y la novia de un amigo de mi novio. Ninguna lo podía cuidar de manera permanente porque tenían otras ocupaciones, pero no me preocupó porque de todos modos: no eran yo!. Fue recién ahí que tuvimos que salir a buscar alguien que lo cuidara de manera sistemática pero ya habíamos agotado nuestra batería de conocidos y referidos. El jardín maternal seguía sin ser una opción, por un lado porque seguía vigente la pandemia pero además porque nos daba miedo mandar a nuestro hijo tan indefenso a un lugar donde si le pasaba cualquier cosa no nos lo podía llegar a manifestar. Por lo tanto no nos quedó otra opción más que salir a buscar en una aplicación de celular alguna niñera completamente desconocida que ofreciera sus servicios. Después de contactar con varias, que por cuestiones de horario no podían, dimos con una chica que comenzó un lunes lluvioso. 

Recuerdo que al principio utilice el mismo procedimientos que con todas las anteriores, me quedé jugando un rato con el nene y la niñera para cerciorarme de que generaran algún tipo de acercamiento sin que Dr. Pipino pensara que lo estaba abandonando y también para conversar y conocer un poco a la persona que iba a cuidar lo más significativo de mi vida pero que aún así resultaba una total y completa desconocida. Luego de una hora subí a trabajar pero a cada rato miraba las cámaras que había instalado previamente en mi hogar y que apuntaban a puntos estratégicos donde estaba el nene y también bajaba cada hora a verlos. El primer día se quedó 3 horas y vi que jugaban bien y se entendían. Como el nene aún no había desarrollado lenguaje me preocupaba enormemente (como con las anteriores) que le pasara algo y no me lo pudiera comunicar, por eso estaba tan atenta y encima. Desde un primer momento dejé establecidos los límites, a ella le correspondía: jugar, cambiar pañales, alimentar y hacer dormir y cualquier actividad que estuviera por fuera de eso me correspondería a mi. 

Con el correr del tiempo fuimos ganando confianza, nos conocimos más y vi como el nene interactuaba con la niñera y comenzaba a generar un vínculo de cariño y respeto, por lo que me fui quedando tranquila y espaciando más las visitas físicas; primero para darles lugar a ellos y luego porque varias veces que Dr. Pipino me veía pasar quería venir a jugar conmigo y lloraba, cosa que me partía el alma. Hoy a más de 10 meses de que la última niñera está trabajando en casa puedo decir que confío en ella inmensamente, le agradezco absolutamente todo el trabajo que hace con el nene, a quien no solo entretiene jugando sino que además educa y enseña muchas cosas. Hoy puedo decir que es mi niñera IDEAL!.

En conclusión la persona perfecta para un rol a veces tarda en aparecer pero cuando lo hace es mágico, después de todo no es yo, pero es casi mejor que yo ;).

¿Y vos tuviste o tenes experiencia con niñera/s?; contame cual…

¡Necesito ayuda, necesito una niñera!

La misma noche que nació Dr. Pipino me di cuenta que no iba a ser del tipo de bebé que duerme toda la noche de corrido; de hecho hasta los 4 primeros meses dormía solo 20 minutos seguidos y luego se despertaba. En estado de puerperio como estaba, con todas las hormonas alborotadas y el cuerpo literalmente roto, mi pareja hizo lo que pudo para ponerse a la par los primeros 10 días, hasta que tuvo que volver a trabajar y ahí el desbalanceo de carga de responsabilidades parental se hizo evidente. 

Ya el cuarto día después de parir, el solo hecho de pensar de que estaría todo el día sola con el bebé me hizo entrar en crisis. Si ahora con mi pareja apenas tenía tiempo para hacer la comida, bañarme, ir al baño, atender al nene, etc., ¿cómo iba a hacer para estar todo el día sola con el bebé, encargarme de él y de mí?. Y ahí fue cuando mi novio (quien vio la luz antes que yo) dijo: “HAY QUE PEDIR AYUDA”. 

Al principio lo sentí como un agravio, la sociedad y los mandatos sociales me habían adoctrinado respecto a que tenía que ser una super mujer!, lo cual significa: estar yo  impecable, tener la casa radiante, cuidar y criar al nene 9 hs. diarias sola y encima sonreir. Dios mio! que peso y que frustración gigante cuando al nacer mi hijo me dí cuenta de que si lograba cumplir un poquito de cada una de estas era mucho!!!!. Creo que primero me enojé conmigo misma por NO PODER y después me enojé con el papá del nene por semejante propuesta, pero pasadas unas horas y entendiendo que la vuelta a trabajo de mi pareja era inminente decidí aceptar (aún muy a mi pesar), que necesitaba AYUDA. 

Una vez tragado mi propio orgullo, el próximo paso era pensar en quien podía llegar a actuar de respaldo mío para cuidar al bebé, dado que era tan chiquito e indefenso que el solo hecho de pensar en alguien desconocido que lo cuidara me causaba desconfianza y miedo. Pensamos en varias alternativas: niñera recomendada, empresa que nos enviara una niñera, pero la verdad me daba desconfianza el no conocer a la persona. Y ahí se nos ocurrió como por arte de magia: mi sobrina de 20 años estaba buscando trabajo y nosotros buscando una persona que me ayudara con el nene.

La verdad fue un negocio redondo porque en ella deposité parte de la responsabilidad de cargar a upa, alimentar a mamadera, cambiar pañales, etc. y con ello logré tomarme algunos respiros, más que nada por la mañana, para poder dormir algunas horas de corrido (de 9 a 12 del mediodía en líneas generales), bañarme, cocinar, descansar los brazos, etc. 

Gracias a la vida hoy viéndolo en retrospectiva entendí que fue necesario en mi caso buscar ayuda, para sentir que el camino de maternar durante las horas que mi pareja estaba trabajando no se hacía tan solitario ni cuesta arriba y que no era, soy, ni seré mejor o peor madre por admitir que NO PUEDO CON TODO. 

¿Y a vos que te pasó?, ¿Cómo fue tu experiencia en los primeros días de vida de tu bebé?

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